martes, 26 de enero de 2016

Emergencia o Catástrofe

Nuestro entorno laboral se ha convertido en un mundo de híper especializaciones. Ser odontólogo ya ha dejado prácticamente de ser una especialización médica. En mi consultorio odontológico existe una profesional que se especializa en caries, otro en tratamientos de conducto, un ortodentista, una periodentista, y no sé cuántas más especialidades  y designaciones. Cualquiera de ellos, por poca experiencia que tenga, sabe perfectamente lo que es un dolor de muelas.

 

Yo, durante treinta años fui especialista en un área muy específica: operaciones de grandes compañías comerciales, específicamente súper e híper mercados, compañías que disponen de docenas o cientos de sucursales; centenares o miles de cajas registradoras. Trabajé por varios años en Carrefour,  por ejemplo, que después de Wal-Mart es la segunda más grande compañía de retailing del mundo. Y trabajé quince años en Venezuela, en grandes compañías de supermercados.

 

Si a mí me preguntan que es un dolor de muelas, si un supermercado está abastecido o no, si el dolor de muelas es grave (una celulitis alastrada) o no, si el desabastecimiento es grave o no, creo que sé más o menos de lo que estoy hablando.

 

Nosotros llamamos a los productos SKUs (Stock Keeping Units). Al consumidor final le interesa si tiene Té Lipton en la casa o no. Para nosotros, el Té Lipton viene en cajas de 12, 20, 50 y 100 unidades, cada una con su código, precio, tabla de descuento, espacio asignado en los almacenes centrales, y lugar específico en el “planograma” o plano de distribución del anaquel.

 

Por razones culturales (por ejemplo, porque el concepto moderno de supermercado llegó a Venezuela traído de las manos mismísimas del Imperio, de las manos de la familia Rockefeller a principios de los años 50) los supermercados en Venezuela siempre han tendido a ser grandes, con más de 1500 mts2. En los años setenta, en la época dorada, un supermercado venezolano podía ofrecer unas 20 000 SKU, nada comparado a las 50 000 de un gran supermercado internacional contemporáneo, o las 90 000 de un hipermercado, pero un número razonablemente bueno.

 

En la medida en que tanto las importaciones como la producción nacional fue mermando, en los últimos 20 años, el número de ítems realmente activos en un supermercado venezolano típico, estuvo alrededor de las 5 a 8 000 SKU. Esto es objeto de inmenso debate entre los especialistas porque es muy difícil establecer el número exacto, debido a lo que llamamos “rupturas” (pedidos no satisfechos), suspensiones (que nunca se saben si son parciales o definitivas), interrupciones de la importación o la producción, litigios pendientes, insuficiencias de espacio de anaquel, y un larguísimo etcétera. Nada más entre mermeladas podríamos tener entre 200 a 500 SKU, según como se cuente, por poner un ejemplo.

 

Hoy subí a visitar un depósito de un supermercado venezolano, ni grande ni pequeño, sino típico. El principal referente de compra para las diez o doce cuadras a su alrededor. Un depósito que conozco hace diecisiete años, exactamente. Un depósito que, por razones estructurales, de construcción, en la que participé, siempre estuvo sub dimensionado con relación al “piso de ventas” (menos del 20%) y que por esa razón siempre lo vi “sobre stockado”, es decir “lleno hasta los tequeteques”. Lleno hasta el techo, y con los pasillos impedidos de paso. En nuestro lenguaje de especialistas, este espacio de almacenamiento no es el depósito real, es apenas el “buffer de reposición”, es decir, el almacenamiento mínimo para poder reponer los anaqueles entre entregas de los almacenes centrales, cuyos camiones obviamente no pueden llegar todos los días sino que típicamente llegan una, o máximo dos veces, a la semana. Ojalá que ese reabastecimiento fuera diario, porque eso significa más “rotación de inventarios”, más “rotación sobre activos” y “más rotación sobre la inversión” y rentabilidad, pero las condiciones de vialidad y transporte venezolanas impiden optimizar estos procesos mucho más allá de esto.  

 

Ni a esta compañía de supermercados ni a ninguna otra compañía, comercial o no, le interesa participar del desabastecimiento. No tener productos para vender, significa un infarto, un ACV, para cualquier compañía. Es la obstrucción de la circulación de la sangre, la muerte súbita. A ninguna compañía le interesa el desabastecimiento; es una suerte de suicidio. La Guerra Económica de la que participan, no es la guerra en la cual son actores, sino chivos expiatorios y vulgares víctimas. Las últimas empresas que sobreviven en este país, se están agarrando de las paredes con las uñas a la espera de tiempos mejores. Sobreviven, no porque estén haciendo dinero,  sino porque están intentando desesperadamente salvaguardar sus activos construidos a lo largo de lustros y décadas; no están explotando a nadie, no se están haciendo ricas. Ojalá estuvieran haciendo mucha plata para que las pudiéramos tributar severamente y redistribuir la riqueza social con criterios de ecuanimidad y justicia social. Ojalá.

 

Esta mañana, cuándo “subí al depósito” (una expresión muy venezolana dígase de paso) se me erizaron los pelos, se me subieron las lágrimas, aunque lo disimulé muy bien frente al gerente. Saqué mi teléfono y le saqué la foto al “depósito”. La foto que encabeza esta entrada. De las 3 000 SKU típicas de un depósito se veían dos. DOS, 2!!! De 3000 a 2. No tengo palabras para calificar esta diferencia, ni ánimo para convertirla a una tasa.

 

Las fotos satelitales que las tecnologías del Imperio les sacan a nuestros puertos, como el de La Guaira o Puerto Cabello, revelan que no existen contenedores en nuestros puertos. Sean contenedores de comida o de ningún otro tipo. La plata que se les prometió a nuestros proveedores de alimentos de Uruguay, consignada en fideicomiso, desapareció (supuestamente rumbo a China). Los exportadores uruguayos ya han declarado que suspendieron sus exportaciones de carne, queso y leche hacia Venezuela y exigen explicaciones. Pídanselas al Sr. José Mujica, que fue quién los embarcó. Personalmente se merece mi mayor respeto; políticamente, mi mayor desprecio, por inocente o ignorante. No existe ningún barco con alimentos en los puertos venezolanos; ni esperando atracar ni en camino. Y el potencial productivo nacional, que nos abastecía del 70-80% de nuestras necesidades domésticas, fue sencillamente destruido en los últimos 17 años de acoso hacia la actividad agropecuaria.

 

Existen muchas otras palabras de mi especialidad, en el “argot” del “retailing”. Una de ellas se llama “frentear”. En una situación normal, en cualquier país del mundo, una tienda que no tiene un producto, “ensancha” el espacio de los otros productos que le son contiguos en el anaquel, intenta por todos los medios disimular su ausencia. Y si esto no es suficiente, pide a los “pasilleros”, a los trabajadores encargados de un pasillo, traer los últimos productos hacia el frente y construir una especie de fondo falso. Siempre manteniendo las apariencias del pleno abastecimiento.

 

Srs. Oficialistas del Antiguo Régimen: explíquenme a mí cómo vamos a “frentear” los anaqueles vacíos si tenemos dos, DOS,  (2) SKU en el depósito!! Explíquenme cómo van a frentear esta crisis, esta “catástrofe” para citar palabras textuales del Presidente Maduro. No existe forma posible.

 

Laven sus cuentas bancarias del exterior con el jabón y el cloro que ya no existe en los anaqueles para el ciudadano común. Traspásenlas de sus esposas a sus cuñados, y de sus cuñados a sus primos, y decidan muy rápido para dónde deben ir: Cuba (por ahorita), o Corea del Norte. Los últimos dos países que, según The Heritage Foundation (una institución del Imperio que lleva más de 20 años examinando el mundo) son los únicos dos países del Planeta con menos libertades económicas que Venezuela.

 

Les digo con toda sinceridad, más como amigo de la Paz (y cómplice) que como silvestre ciudadano venezolano (que cree en le redención que proporciona la justicia): no intenten más salvar sus ideales (y en muchos casos, su botín) porque el Pueblo ya no está más con Uds. Aprovechen esta pequeña ventana de oportunidad para salvarse a Uds. mismos. Por supuesto que no a todos, pero a muchos de Uds., una vez comprobados sus crímenes, serán perseguidos internacionalmente por la justicia. Así que saquen la cuenta a sus cupos Cadivi/Cencoex, saquen la cuenta de sus jets privados, y decidan que les conviene mejor, si la Havana, Pyongyang o Teheran. No crean que van para Paris.

 

Aquí, en Venezuela, ya existimos demasiados ciudadanos botánicos y silvestres que les hemos perdido el miedo a disentir libremente y nos sentimos en el derecho de opinar. No sé cómo nos van a impedir y a meter presos a los miles venezolanos que nos limitamos a constatar y a sacarle fotos a los anaqueles vacíos.  Aquí ya no tienen más nada que buscar.

 

Arranquen sus cinco, o nueve, o no sé cuantos motores económicos, amárrense sus cinturones de seguridad, y dispónganse a volar. Olvídense de que van a enardecer su supuesto “Pueblo” con las consignas deshilachadas que nos condujeron a la catástrofe. “Su Pueblo” no tiene derechos de propiedad. Entiéndalo, de una buena vez por todas: el Pueblo se pertenece a sí mismo y a más nadie. Y el Pueblo sabe que está padeciendo hiper inflación, inseguridad, escasez y hambre.

 

Su último y definitivo crimen sería llamar a sus irreductibles acólitos, que sin duda existen,  a una conflagración civil, que desesperada e irresponsablemente buscan. Pero si lo hacen, pueden estar seguros de que su postrero y precario refugio, ante La Haya, sería Pyongyang. Porque ya 24 ex presidentes latinoamericanos abrieron los ojos; Argentina, Chile, Colombia, España y hasta Brasil (¡en estos momentos!) abrieron los ojos. El Congreso Norteamericano, la OEA y el Parlamento Europeo abrieron los ojos y los tienen bien puestos sobre lo que Uds. hagan o quieran hacer en Venezuela. Aténganse ante la constitucionalidad y las leyes, y hagan sus cálculos y sus trámites (como yo y el resto de los millones de venezolanos debemos hacer) para los “cupos de viajero” de Cadivi.

 

A mí, un humilde asalariado que trabajé 30 años para “la oligarquía”, no me vengan con cuentos chinos de una “Guerra Económica”. No estamos viviendo una situación de desabastecimiento provocado por un boicot de los “grandes capitales oligopólicos”. De 3 000 a 2 SKU, se trata de una emergencia humanitaria. Que más conviene denunciarla y tratar de combatirla ahora que padecerla con toda severidad dentro de dos o tres meses. No estamos ante un decreto (grave) de emergencia económica. Estamos ante una evidente crisis humanitaria. Que no solo me siento en el derecho de denunciar, sino ante la obligación moral de exponer y evidenciar porque va a venir.

 

Esta restricción inconcebible de la importación ante la falta de abastecimiento nacional, este crimen, solo tiene una explicación: evadir el “default”, la exposición nacional e internacional y el definitivo derrumbe. Pero ya es demasiado tarde. Llevan un desfase de muchos años. Si quieren llevar su contumacia revolucionaria y “eterna” hasta las instancias finales, que así sea. Aténganse a sus actos y responsabilícense por sus  consecuencias. Porque son un grupito, ínfimo, super enrocado, que todos conocemos por nombre y apellido.

 

Jaime Da Costa

2 comentarios:

Unknown dijo...


..pero ese comentario me parece excelente, de verdad!

Unknown dijo...

Creo se no puse.

Es Douglas Alzurutt...!