La Sra. Ministra de Agricultura Urbana,
Sra. Emma Ortega, llamó “a sembrar en latas, botellas y tobos vacíos”. Un tal
Ministerio y una tal afirmación, son una muestra de la colosal falta de cordura
que ensombrece a nuestro Desgobierno Nacional. Es la mímica, caricaturesca, y
palmariamente plagiada, simiesca, del llamado del Sr, Chávez a la construcción de “gallineros
verticales”. Es el desvarío psicópata de un gobierno desquiciado, esquizofrénico
y completamente desfasado de la realidad, ante el cual, nos quedamos vaciados
de calificación y epitomes. Sin adjetivos que mínimamente lo califiquen. Ante este tipo de nombramientos y
declaraciones nos sentimos, sencillamente, boquiabiertos y paralizados porque
no sabemos cómo debatir ante tanta ignorancia, tozudez y dogmatismo. ¿Qué nos
están proponiendo? ¿Que renunciemos a la reactivación del campo? ¿Qué renunciemos ante la paralización de la producción de miles de
toneladas de vegetales y tubérculos provenientes de miles de hectáreas plenamente
aptas para la producción, pero políticamente inhabilitadas, en nuestro campo?
?Alguna vez, Sra. Ministro, se paseó Ud. por los páramos de Trujillo y Mérida? ?Alguna vez se dio cuenta de la descomunal extensión de nuestros Llanos? ?Alguna vez entró y se perdió en la extensión forestal de Uverito, que es el doble del area total de Luxemburgo? ?Se percató, alguna vez, que nuestra area cultivable es miles de trillones de veces superior a la superfície de botellas y tobos que nos propone?
La gente que piensa, en nuestro país, ha desistido de dialogar o debatir ante la contumacia imbécil, la sencilla estupidez. Yo creo que no, que no debemos desistir de hacerlo. Que es necessário desarticularla, denunciarla y combatirla, por mucho que nos cueste encontrar una lengua de debate común.
Ya dejó de existir una plataforma mínima
de entendimiento, que permita la discusión y el debate. El nombramiento de su descalabrado ministerio es la declaración contundente de la desesperación, el desafuero
y la debacle que cunde en nuestro Desgobierno. El preámbulo abrupto de su fin.
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