martes, 15 de enero de 2013

Para Susana Torga Perry

Si esto hubiera sucedido un día antes o después
Una hora, un minuto, un segundo antes o después
No aquí, pero allí, más allá
Hubiera sido, con toda seguridad, una cosa diferente.

Ahora bien. Señoras y señores. Dos puntos. Y esto no lo digo por decirlo
Es de verdad verdad coño. Escúchenme. Lo descubrí un verano en que asistía de oyente a unas clases en Berkley mientras repartía deliverías en Oakland. Estoy dando todas las señas para que me crean que es verdad porque fue verdad.

Fue así. Descubrí que sucede siempre así en la realidad. Casualidades.
Lo que sucede es esto: Las cosas se dan siempre más o menos fuera de sí mismas
Antes o después de su momento oportuno
Fuera, de lado, atrás o a través
De su lugar… como llamarlo?
¿Exacto? ¿Previsto? ¿Normal? ¿Adjudicado? ¿Por quién?

Las rutas del delivery se complicaron. Qué jode. Me perdía con facilidad.
Hasta que lo descubrí.
Que las cosas, específicamente generales, es decir, todas, no son el corolario
Sino la aproximación, la copia, la réplica apócrifa de sí mismas.

Esto no tiene un coño de original
Pero de esta forma lo descubrí yo, entregando pizzas
Que a mi vida le faltó poco y la convertí en un baile de máscaras
Grotescas, mujeres desfaldadas caminando con las manos en el piso y las piernas en el aire
Silbando con los labios vaginales (una imagen horrible, por lo menos para mí)
Monstruos de bocas barbudas y brazos deformes alzados en plegarias raras
Hablandum latinum veritas rarum guevonadas
burlándose de la solemnidad de Platón.

Yo no me burlo de Platón. Jamás lo haría. Debo pasarlo, eso es todo.

Todo fuera de su lugar, todo patas arriba
Y ese tono de terror e imperfección por todas partes
Un tono que ya se volvió tan generalizadamente ente ente presente
Que empañó lo bello, lo justo, lo bueno, lo cierto
Todos con sus lugares cambiados y el resultado es éste.

Lo digo por mí, por lo que he aprendido, por lo que aprendí.
Que las bellezas, y también las imperfecciones
Que no he buscado, sino que me llegan como huesos a perros
Que comen lo que bueno, lo que hay
Las bellezas e imperfecciones provenientes de la mano del hombre o del mundo
Pero también sus cosas feas, sus inconcreciones
incluyendo el vacío
que distorsiona y contiene toda eventualidad
y que ahora mismo se está interponiendo entre lo que yo quiero decir
y lo que tú piensas entender o simplemente escuchar (y aquí es cómo si cerrara paréntesis)
no son, NO SON
nos demuestran que no son
que no era nada de esto lo que intentaba argumentar
y que ni siquiera es el rigor o la voluntad (antes todo lo contrario)
la que interfiere en esta historia
de peos, desentendidos, desmentidos, falsos… cosas, falsas partidas
reflejos de sombras y desvíos varios desvaríos.
No son
No es nada de esto. No es nada.


Ahora, más increíble, súper más jalado de los pelos, más improbable, o aún más ininteligible que estos poemas locos, es lo que está empezando a suceder en la realidad real. Yo estoy escribiendo un libro que Susana llama “Cosas”. Yo escribo y ella me manda un correo diciendo “aquí sobra la explicación”, “allá pierde fuerza”. El tipo de observaciones que haría un director de orquestra. Un tipo de esos no se dedica a enseñar a tocar, no? Lo bonito y raro de la cosa es que Susana y yo no nos conocemos. Nos encontramos en Facebook. Sé que tiene un bebé, que viaja frecuentemente a España. Creo que importa réplicas de mobiliario clásico de China y lo vende en España y Portugal. Es algo así y tampoco quiero saber mucho más. No tenemos ningún pacto ni trato. A veces se desaparece durante meses. Y, quién sabe si haremos éste libro juntos. Podría ser, cómo los músicos que se dedican a interpretar una pieza que no es tuya, tampoco es mía, no es de nadie. No sé. Uno se imagina cosas.Puede que sí, puede que no. Esta amiga virtual, esta mutancia de coautora rara, o no sé qué, se llama Susana Torga Perry. Su nombre es lo muy poco qué sé de ella. No me crean pues. Está bien. Búsquenla en Facebook.

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