Crónica
El otro día me dije no joda chico, ya está bueno, hasta cuándo. Manguareando todo el día, qué bolas tienes tú. Leyendo y leyendo, y qué investigando ique, mojoneándote a ti mismo de la forma más burda y descarada, por dios, ponte a trabajar marico. Las cosas normales que uno se dice pues. Pero estaba tan arrecho ese día que me lo creí y todo. Imprimí unas letras con quince centímetros de alto y busqué un sitio bien expuesto dónde ponerlas: “Ningún día sin línea” dice el letrerote que puse por encima de la ventana. Es una vaina culta que jode. Zola la tenía adosada a la puerta de su estudio, en Paris. Me imagino que el letrero de él tendría letras de bronce. Plínio El Viejo, fue el primero que reseñó la frase y se la atribuyó a Apeles, el pintor griego. Una guarandinga de estas, tan ranciamente erudita, debe de tener algo de conjuro benéfico, algo de magia antemasónica profundamente alquímica, pensé. Bueno, no se pierde nada con probar, me dije. Imprimí la “sentencia” a lo largo, en cuatro o cinco cuartillas acostadas. Tardé más de dos horas. Las letras eran tan gordas que se me acabó la tinta y tuve que bajar a la ciudad a comprar otro tintero. Pasé el resto de la tarde mordiéndome la lengua de lado, tipo párvulo aplicado, recortando y pegando cuartillas. Pero valió la pena. Tenía razón en sospechar de magia negra.
No me crean. Ese mismo día, un miércoles, escribí hasta bien entrada la madrugada. Cómo escribí yo, mano. Cantidad y calidad. Me salieron un bojote de líneas inmortales. Varias, muchas, no sé cuantas porque se me borró el fichero. Pero el valor está ahí, en enfrentar la adversidad y eso.
El día siguiente, me paré y di de frente con el letrero en la pared: que no pase un día sin línea. La frase me pegó como una mandarria sobre la consciencia. Yo, lo primero que hago en la mañana es entrar al correo y echarle una ojead a El País (cosa que me lleva el resto de la mañana), pero ese día me contuve. Es más, no tenía ganas de escribir un coño de la madre porque había quedado mamado y desmoralizado de la noche anterior, se entiende. Pero macho es macho, no joda. Y solo por cumplir me propuse escribir una línea. Una sola. Ya se sabe cómo funciona esto. Terminé escribiendo toda la mañana, almorcé y seguí en la tarde, inspiradísimo. ¡Verga! Magia, psicología mojónica o lo que sea, lo cierto es que funciona.
El viernes, escribí un poco menos. El sábado escribí solo dos líneas imperecederas. Una decía así: “La verdadera Era del Hielo comenzó con la odisea de Amundsen y Scott en el polo sur”. Era un comienzo prometedor, allí se insinuaba un ambiente (frío), un no sé qué, había una historia para contar, me pareció. De la otra línea no me acuerdo. El domingo ya no me pareció tan interesante la idea de escribir sobre el polo sur y salimos a dar una vuelta por ahí. No escribí ese día, es cierto, pero mientras estaba en la heladería haciendo la cola, compuse mentalmente una línea que empezaba así: “La subversión del orden instituye un status quo estructurado en la anteposición”. No era bien esto con estas palabras exactas, pero me quedó la idea. Estaba pensando más bien en un ensayo, como se puede ver. Bueno. El lunes no escribí. El martes tampoco. El miércoles, una semana después de haber colocado el letrero, empecé mi día normalmente, con café y periódico, y por supuesto no escribí un coño. Nada. El jueves me pareció ridículo el letrero.
El fin de semana tuvimos visitas en la casa. Dos coreanas, hermanas. La menor es fotógrafa. La mayor es poeta (poeta coreana). Apenas chapucean el inglés y de vaina que reconocen los caracteres occidentales, pero ahí van. Cuando vieron el letrero me preguntaron que era. Me boté pues. Que si Plinio El Viejo, Pompeya y el imperio romano, el latín vulgar, Plínio el Joven, y por ahí me fui. La menor, que tiene un caprichito por mi, me sacó una foto. La mayor, que se las tira de inteligente (poeta coreana), me dijo “Oye qué interesante chico. ¿Por qué no escribes eso?” Coña de su madre.
2 comentarios:
Yo en lugar de una frase lo que hago es escribir la anotación "Moi meme" en mi agenda, en algunas tardes que sé que tendré libres: la intención es reservar ese tiempo para escribir... Ja. También viene por no me acuerdo qué autor franchute que hacía eso y en cambio a él como que sí le funcionaba.
Pana, si mantienes ese estilo por unas cincunta paginas mas, escribes uno de los mejores relatos que me haya leido. como me pude cagar de la risa.
Fabrizio.
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