martes, 9 de septiembre de 2014

Destinada a estar aquí desde el comienzo



 
Vivimos en un país asfixiado por una ideología, que de tan vieja y anacrónica, se ha vuelto aberrante. Junto con Corea del Norte y Cuba, nos hemos vuelto curiosidades históricas, países enfermos, mutantes. Pero no era así en los años setenta y ochenta. Venezuela era un país que se estaba creando a sí mismo, descubriéndose, desplegando creatividad, intentando (como lo hace todo el mundo en su sano juicio) conciliar un proyecto de modernidad con los antecedentes del pasado. Sucedían cosas pequeñitas e interesantes todos los días. Monteavila Editores publicaba libros exquisitos que rápidamente daban la vuelta alrededor del mundo hispano. Uno de esos libros que me cayó en las manos fue “Para los Pájaros” de Jonh Cage. Yo tampoco sabía quién era John Cage. Fue uno de los músicos más avant-gard, más radicalmente innovador, del siglo XX. El librito es una recopilación de entrevistas que le hicieron a lo largo de varios años.

Probablemente la idea central del libro, y en gran medida de la obra del músico también, es la omnipresencia del azar en el tejido de la realidad. Al opinar, al optar, al escoger, nos hacemos la ilusión de que actuamos en la realidad y la modificamos, ajustándola a nuestra voluntad o interés. Para Cage esto era una ilusión. Nuestro poder para alterar la realidad es infinitesimal. Pero no solo es deleznable, es inútil, interfiere con el orden natural del mundo y de alguna forma nos enajena. Hasta ahí todo bien, es una idea sacada del budismo zen, uno de sus pilares. Pero Cage tenía una forma muy particular de llevarla a cabo en su vida cuotidiana. En los bolsillos cargaba siempre un ejemplar del I Ching y un par de dados. Si, sentado a la mesa de un restaurant, debía elegir un elemento del menú, tiraba un dado. Si debiera comprarse una camisa, probablemente sacaría el I Ching.

Gastamos una cantidad desproporcionada de energía psíquica en la elección de trivialidades y componemos cuadros de opciones por dónde no dejamos entrar la vida con naturalidad. La vida es plural, diversa, caótica, impredecible, sorprendente, y eso pareciera producirnos alguna clase de malestar. Componemos nuestra vida como una señora nueva rica que decora su casa. Los cuadros que cuelga de la pared guardan correspondencia con el tono de los sofás. El objetivo del cuadro deja de tener sentido, y sentarse en el sofá admirando un mamarracho, pues…

Tampoco se quiere con esto decir que dejaremos que las hierbas invadan la sala. Tal vez se trate de prestarle un poco más de atención a la realidad, examinar que nos ofrece antes de correr a modificarla.

La semana pasada, acabado de salir del quirófano de una clínica, la vida me propuso escuchar una canción. De los billones de canciones populares me propuso una del año 72, de Emerson, Lake & Palmer: From the Beginning. Solo, sin decirle nada a ella, he estado descifrándola. Dice: It´s all clear. You were meant to be here, from the beginning.

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