Probablemente
la idea central del libro, y en gran medida de la obra del músico también, es
la omnipresencia del azar en el tejido de la realidad. Al opinar, al optar, al escoger,
nos hacemos la ilusión de que actuamos en la realidad y la modificamos,
ajustándola a nuestra voluntad o interés. Para Cage esto era una ilusión.
Nuestro poder para alterar la realidad es infinitesimal. Pero no solo es
deleznable, es inútil, interfiere con el orden natural del mundo y de alguna
forma nos enajena. Hasta ahí todo bien, es una idea sacada del budismo zen, uno
de sus pilares. Pero Cage tenía una forma muy particular de llevarla a cabo en
su vida cuotidiana. En los bolsillos cargaba siempre un ejemplar del I Ching y
un par de dados. Si, sentado a la mesa de un restaurant, debía elegir un
elemento del menú, tiraba un dado. Si debiera comprarse una camisa,
probablemente sacaría el I Ching.
Gastamos
una cantidad desproporcionada de energía psíquica en la elección de trivialidades
y componemos cuadros de opciones por dónde no dejamos entrar la vida con
naturalidad. La vida es plural, diversa, caótica, impredecible, sorprendente, y
eso pareciera producirnos alguna clase de malestar. Componemos nuestra vida
como una señora nueva rica que decora su casa. Los cuadros que cuelga de la
pared guardan correspondencia con el tono de los sofás. El objetivo del cuadro
deja de tener sentido, y sentarse en el sofá admirando un mamarracho, pues…
Tampoco
se quiere con esto decir que dejaremos que las hierbas invadan la sala. Tal vez
se trate de prestarle un poco más de atención a la realidad, examinar que nos
ofrece antes de correr a modificarla.
La
semana pasada, acabado de salir del quirófano de una clínica, la vida me
propuso escuchar una canción. De los billones de canciones populares me propuso
una del año 72, de Emerson, Lake & Palmer: From the Beginning. Solo, sin
decirle nada a ella, he estado descifrándola. Dice: It´s all clear. You were meant to be
here, from the beginning.
No hay comentarios:
Publicar un comentario