domingo, 11 de octubre de 2009

El violinista desnudo


Cuando me echaron este cuento no me mencionaron su edad. No sé si referirme a él como “ese señor” o como “aquél muchacho”. Me lo imagino de unos treinta años, más o menos, estatura mediana, ni gordo ni flaco, pelo más voluminoso que largo, franelita desbotada y bluejeans. Llega a la estación del metro, abre un estuche viejo y rayado, y saca su violín. Sucede todos los días, en todos los metros del mundo. Aunque parece que la historia salió en el Washington Post yo me lo imagino en el metro de Nueva York, no sé porqué. Tal vez porque en Nueva York hay más gente y más ruído, creo, tampoco lo sé. Lo cierto es que llega éste joven, retira su violin, y lo frota con el pañito amarillo que después despliega sobre el viejo estuche, preparado para recibir sus moneditas. Y se lanza, pues, ahí va.

Toca que toca y la gente entramdo y saliendo pasándole por detrás o por enfrente, todos ocupados con sus destinos. Lo normal, lo de siempre, lo que se ve en todas partes. Unos le dedican una mirada fugaz, otros no miran ni paran, y otros más se colocan en el andén dándole la espalda sin esconder aquella cara de qué fastidio la bulla, no joda. Nadie sin excepción dejó pasar un vagón y sacrificar cinco o diez minutos para quedarse escuchando un rato más. Al cabo de dos horas recoge el paño y las monedas que los transeuntes más benevolentes tiraron sobre el estuche. Diez, veinte dólares, algo así. Parecía más, pero había muchos “quarters”. Resultado, que probablemente no llegó a sacar la tarifa horária del salario mínimo, que en Estados Unidos no es precisamente un despilfarro generoso. Mete la calderilla al bolsillo, vuelve a limpiar el instrumento como si se tratara de un objeto precioso y, ya caminando de vuelta sobre el andén, le dice adiós y gracias al equipo de filmación que, desde el extremo opuesto del muelle, con grandes lentes y telemicrófonos de última generación, registraron minuciosamente el concierto recién ejecutado.

Exactamente el mismo concierto que la noche anterior había sido interpretado por este mismo joven en el Carnegie Hall, con casa llena. Lo ejecutó exactamente con el mismo rigor técnico y la misma pasión que le merecieron la apoteósica ovación de público y crítica. Y con el mismo instrumento, un Stradivarius cuyas cláusulas del seguro estaban siendo violadas al exponer semejante pieza a los azares de una estación del metro. Un trastabilleo, un empujón, o incluso el “arrebatón” de que pudiera haber sido víctima habría costado millones de dólares.

La historia me la contó Célia y quise reproducirla aquí antes de ponerme a gugulear para verificar la fuente. Me la contó así, sin epílogo ni moraleja. Como se deben contar ciertas historias para ponerte las neuronas en taichi, bailando pasitos de gimnasia china.

El músico se llama Joshua Bell, uno de los violinistas más reputados del mundo, y la cosa efectivamente fue organizada por el Washington Post. No tocó durante dos horas sino tan solo 45 minutos. Bach. Su violín está valorado en 3.5 millones. Los tickets de su concierto de la noche anterior se habían vendido a 100 dólares. Esa mañana recogió 32.

5 comentarios:

LuKiA dijo...

Oh!
Coincidencia, hablando de músicos y cuerdas, hoy vi "The Soloist", con Robert Downey Jr. y Jamie Foxx, basada en la historia de Nathaniel Anthony Ayers, quien toca un violín con únicamente dos cuerdas en las calles de Los Ángeles. Es buena película, aunque divaga entre varios temas que no logra concretar.

Saludos.

Jaime Senra dijo...

Oye sí, quiero ver esa película. No sabía lo de las dos cuerdas. Me recuerda a Ornette Coleman, una especie de mito viviente del jazz contemporáneo que toca con el mismo saxofón de plástico que le regalaron cuando era niño! Increíble, no? Un beso LoKio para ti

Dali-a Color Naranja dijo...

Buenos días me alegra ver sus nuevas entradas, leía su blog hacia atrás. Puse un punto de libro y sigo adelante, esta me gusto verdaderamente. Si pueden escuchar Una sentida lagrima de este magnifico violinista lloraran. Adeu..

Jaime Senra dijo...

Gracias Dalia (me imagino que te llamas Dali-a no me preguntes porqu-e!). Voy a buscarlo en youtube.

LuKiA dijo...

Ah, toca dos cuerdas porque así encontró el violín, pero el instrumento que toca es el Chelo.
Gracias por el beso jeje.

¿Cómo terminaste en Nueva Zelanda?